
Las relaciones comunitarias son fundamentales para el desarrollo de proyectos de industrias extractivas como la minería e hidrocarburos. Es importante que las poblaciones aledañas a estos proyectos perciban los beneficios que trae la presencia de una compañía de este tipo.
Las industrias extractivas generan ingresos por conceptos de impuestos, canon y regalías a los gobiernos central, regionales y locales. No obstante, estos aportes muchas veces pueden demorar en traducirse en beneficios a la comunidad. Por tal motivo, es importante complementarlos con programas que les permitan a las empresas establecer un vínculo directo con las comunidades.
Las capacitaciones a las comunidades son una herramienta bastante útil para cumplir este objetivo. Para llevarlas a cabo con éxito proponemos seis aspectos que se deben tomar en cuenta:
1. Diagnóstico y acompañamiento inicial. Pueden realizarlo las mismas empresas o también terceros, como sucede en el caso de los servicios ofrecidos por SGS Academy. Lo crucial es que en él se identifiquen cuáles son las actividades vinculadas con el propósito de formación que tiene la empresa para con la comunidad. La empatía con la comunidad es fundamental para poder entender e identificar las necesidades de la zona y para dicho fin se debe tener un equipo especialista a bordo de esa tarea.
2. Conciencia ambiental. Las capacitaciones ayudan a que las empresas puedan dar tranquilidad a las comunidades dando a conocer cuáles son las acciones que están realizando para hacer uso apropiado del agua o reducir la contaminación del aire o sonora, entre otros. En estos cursos, las comunidades también aprenden cómo ellas pueden sumarse a ese propósito.
3. Empoderamiento. En nuestra experiencia, los cursos sobre cómo llevar a cabo emprendimientos locales tienen bastante aceptación en las comunidades. En especial, los que se dirigen a mujeres, que además tienen un bloque en que se les brinda asesoría para combatir la violencia de género.
4. Soporte metodológico. Va desde contar con criterios para la selección de personal docente calificado a cargo de los cursos y/ o programas, el entrenamiento a los relacionistas comunitarios, la elección de materiales y modalidades en las que se impartirán los contenidos, estrategias de comunicación y difusión, hasta el propio monitoreo del cumplimiento del plan de capacitación que la empresa quiera desplegar en la comunidad.
5. Uso de la tecnología. La pandemia ha acelerado la digitalización en el país y las plataformas en línea no solo eliminan las distancias entre profesores y alumnos, sino que pueden adecuarse al día a día de la propia comunidad y su contexto. Por ello, se deben explorar las posibilidades que la tecnología ofrece para los fines formativos y de generación de contenido.
6. Certificados y contenido de alto valor. Las comunidades valoran tener una certificación porque permite demostrar ante terceros que cuentan con determinados conocimientos, así como el acceso de contenidos elaborados en base a su realidad y su propio foco de conocimiento. De esta forma, tienen más posibilidades de acceder a un empleo, ganar clientes y adquirir conocimientos.
Bien seleccionadas y ejecutadas, las capacitaciones pueden ayudar significativamente a que las comunidades perciban en el día a día los beneficios de la presencia de las empresas en sus localidades y, por ende, con la sostenibilidad de sus operaciones.
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