
La agricultura es un sector muy dinámico y complejo, que abarca desde la preparación de la tierra hasta que los alimentos llegan a la mesa; sin embargo, quisiera detenerme para hablar sobre lo que ha venido generando debate en el sector y esto tiene que ver con el glifosato: un agroquímico utilizado en los cultivos para controlar malezas.
En el 2015, la Organización Mundial de la Salud concluyó que el glifosato es probablemente carcinógeno para los humanos y aquí concuerdo que algunos agroquímicos, en general y dependiendo de su formulación, pueden ser carcinógenos. Pero el problema de los agroquímicos está directamente relacionado con el no respetar los periodos de carencia, la forma de aplicación, el uso de equipos de protección personal, el cumplimiento de lo indicado en la etiqueta del producto y otros, más que responsabilizar al agroquímico en sí mismo. Por ejemplo, es como si una persona se auto recetara una medicina que debería ser prescrita por un doctor, con ciertas dosis y en ciertos momentos. En el sector ocurre exactamente lo mismo, pero la diferencia es que el agroquímico debe ser indicado por un ingeniero agrónomo, quién da la recomendación correcta en base a lo que el cultivo requiere.
Más allá del peligro hay que considerar que, por otro lado, existen prácticas basadas en mecanismos físicos, biológicos y otros químicos, los cuales permiten manejar, de manera adecuada la presencia de malezas, plagas y enfermedades, reduciendo o eliminando el uso de agroquímicos. La agricultura orgánica y la agricultura sustentable, basadas en sistemas de certificación internacionalmente reconocidos, son ejemplos de ello.
Aunque siempre hay que tener presente que todo alimento en su etapa productiva es propenso al ataque de malezas, plagas y enfermedades, hay que considerar que estos alimentos deben ser parte de un sistema de producción sostenible que respeta el medio ambiente, cumpliendo con lo indicado por la legislación nacional e internacional, que como resultado final un alimento nutritivo e inocuo.
Como profesional, a lo largo de mi trayectoria en SGS, he venido contribuyendo a través de los servicios de certificación, inspección y análisis a que tengamos alimentos cada vez más sostenibles para todos. Esto, soportado con laboratorios de última tecnología, nos permite seguir analizando los distintos productos que finalmente conforman la canasta alimenticia de todos los hogares.
Jorge Bazo
Global Business Development Manager
SGS
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