Su alto valor proteico y sus pocas calorías lo convierten en un infaltable en muchas cocinas alrededor del mundo. Este producto es destacado en diferentes encuestas como uno de los más consumidos a nivel nacional, por lo que garantizar su inocuidad es un elemento prioritario para toda industria que trabaje con esta especie, pero ¿qué tan desafiante puede ser esta labor?
Para comprender la necesidad de estar constantemente evaluando la calidad de los atunes, consultamos a Pablo Santibáñez, Subgerente técnico comercial de Health & Nutrition de SGS en Chile, quien señaló que “el atún al ser una especie longeva, estimándose una vida media de 15 años, el principal peligro que puede existir de cara a los consumidores es la bioacumulación de metales pesados durante el ciclo de vida de esta especie hasta el momento de su captura”.
Conociendo esta realidad y cualidad de la especie, es que se ha estudiado el atún de forma constante para controlar dicha bioacumulación. Pablo especifica que “un estudio realizado por una ONG en Chile en el año 2021, indicó que todas las variantes de atún comercializadas en nuestro país poseen un contenido de metales pesados por debajo de los valores establecidos como máximos en el reglamento sanitario de los alimentos (RSA) y el manual de inocuidad y certificaciones de SERNAPESCA, lo cual está en línea con los estrictos estándares de calidad que tienen las empresas en el control de los riesgos alimentarios que pudiesen afectar la salud de las personas, más aun considerando que el atún es un producto altamente consumido en nuestro país”.
Estos estándares, tanto nacionales como internacionales, son más que justificados si pensamos que el atún es un producto importado de gran comercialización en el mundo (representa aproximadamente el 9% entre los productos marinos), por lo que se hace necesario contar con diferentes sistemas de evaluación y normativas para garantizar su inocuidad.
“Los controles que se deben realizar a estos productos están regulados y definidos por las entidades regulatorias locales, abarcado parámetros químicos (metales pesados), evaluación físico-organoléptica del producto, así como la determinación de algunos parámetros microbiológicos críticos. Adicionalmente, cada producto debe tener su etiquetado nutricional actualizado por presentación del producto”, señaló Santibáñez.
Pero las labores de cuidado y prevención no se detienen ahí, debido a que se busca garantizar la calidad del producto hasta la llegada al consumidor. Por lo tanto, “los importadores, aseguran la cadena de suministro con auditorías de terceras partes en origen, lo que sumado a los demás análisis indicados, aseguran una buena calidad e inocuidad de los productos comercializados en nuestros país”, agregó.
Debido a que el atún es un alimento con alta demanda en Chile y el mundo en la actualidad, es necesario seguir fortaleciendo los controles y mediciones de cara al futuro.
“Para la industria acuícola pesquera existen desafíos trasversales, siendo en el caso del atún el control de los metales pesados en los productos destinados a consumo humano y la trazabilidad los más relevantes. Luego, el evitar el fraude alimentario en importaciones, como pudiera ser mezcla de especies no declaradas en el rotulo; evitar desviaciones a la calidad, como pudieran ser valores nutricionales fuera de la especificación de la etiqueta del rotulo; además de los típicos peligros microbiológicos. Todos estos se muestran como desafíos importantes para la industria”, concluyó Santibáñez.
Recuerda que con los servicios de SGS en Chile tú también puedes garantizar la calidad de tus productos Seafood y servicios de acuicultura. Para ello, ofrecemos distintos tipos de certificación como pueden ser: HACCP, BAP, CoC y más, junto a la gama más completa de análisis alimentario en laboratorios ubicados a lo largo del país. Si deseas más información, puedes escribirnos al correo de contacto.
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